miércoles, 9 de julio de 2008

¿Qué debe desarrollar los alumnos a lo largo de su escolaridad?

Son muy importantes las capacidades que logren los niños y jovenes en el transcurso de su vida en el colegio, a continuación brindaremos algunas pautas recomendadas por el ministerio de educación para los padres de familia qu tiene hijos en edad escolar.
- ESCUCHAR Y COMPRENDER
Descripciones sencillas, narraciones y exposiciones cada vez más complejas y largas.
- HABLAR CON CLARIDAD Y SEGURIDAD
Saber comunicarse, expresando en orden sus ideas, opiniones y sentimientos, hasta
elaborar y adecuar su discurso según las personas con quienes conversa.
La tarea central de la escuela es lograr que niños, niñas y adolescentes desarrollen conocimientos, capacidades y actitudes para desenvolverse en su comunidad, su país y el mundo.
Estos aprendizajes deben ser útiles para su vida. Para ello es necesario que madres y padres los conozcan.
Al concluir su escolaridad, tu hijo o hija debe desarrollar muchos aprendizajes. Este manual te presenta aquellos aprendizajes fundamentales sin los cuales no podrá seguir aprendiendo.
No son los únicos que debe desarrollar, pero son los cimientos básicos para garantizarle el éxito.
- ACTITUDES Y VALORES
La escuela y el hogar tienen la responsabilidad de lograr que las personas afirmen su identidad y forjen una convivencia democrática:En esos dos espacios, tu hijo o hija debe desarrollar las siguientes actitudes y valores:
RECONOCERSE COMO PERSONA VALIOSA
Sentirse orgulloso de su familia, su comunidad, y su país.
VALORARSE Y VALORAR A LOS OTROS
Respetar las diferencias que nos distinguen a unos de otros.
RESPETAR LA INTEGRIDAD DE SI MISMO Y LA DE LOS OTROS
Conocer, aceptar y cuidar su cuerpo.
RESOLVER CONFLICTOS
Saberse capaz de resolver los problemas a través del diálogo, desarrollando su
capacidad de tolerancia.
CUMPLIR RESPONSABILIDADES
Reconociéndose parte de un grupo, que tiene normas para la convivencia.
PARTICIPAR INDIVIDUAL Y COLECTIVAMENTE EN DIFERENTES ACTIVIDADES
En beneficio de su comunidad, su región y su país.
En conclusión todos los niños y jovenes deben de tener una educación de calidad pero recordemos que los logros mencionados anteriormente no se cumplirán sin en apoyo de sus padres, de la buena educación que les brinden en el hogar y posteriormente en la escuela.


REBECA ROBLES MARCOS

domingo, 6 de julio de 2008

FELIZ DÍA AMAUTAKUNA


Hoy me desperté con una inquietud ¿Porqué celebramos en el Perú, el día del maestro un 6 de julio?.
Para ser sincera, me pasé todo el día tratando de encontrar dicha información en mi banco de memoria, pero nada, palabras claves no encontradas…
Ya que mi débil memoria estaba poco actualizada, pregunté a las personas que me acompañaban en este brilloso fin de semana, y ... ¡NADA! ¡Ni idea! No encontré a alguien que me desasnara... Entonces, recurrí al profesor más disponible y erudito de todos, la Web. Obviamente encontré lo que buscaba y se los comento de manera muy puntual, porque me parece interesante saber el porqué se designa esta fecha como celebración al maestro peruano.

La fecha remonta desde la época de la Independencia, Don José de San Martín fundó la primera Escuela Normal de Varones el 6 de julio de 1822. Recordemos que en esas épocas sólo los hombres tenían derecho a recibir instrucción ( felizmente hemos evolucionado). El primer sistema de educación instalado en el Perú fue el lancasteriano, y la persona encargada de desarrollarlo fue el escocés Diego Thomson, quien también fue el primer director de la Escuela Normal de Varones. De acuerdo a este sistema, los alumnos más avanzados se convertían en monitores y contribuían a la mejor formación de sus condiscípulos. Casi siglo y medio después el presidente Manuel A. Odría instauró el 6 de julio el Día del Maestro para conmemorar este hito histórico en la educación de nuestro país.
Ahora ya desasnada, espero que este dato les haya parecido interesante, además aprovecho este espacio para desear muchas felicidades a todos los que se dedican a la enseñanza. Un abrazo muy especial y una felicitación por su labor que, como sabemos, es difícil, de tiempo completo (no se puede dejar de actuar como profesor ni siquiera cuando se está tomando un cafecito) y muchas veces, mal pagada. Y sin embargo, siguen ahí: eso es motivo de una gran admiración.

KariNNa De L. Carpio Retamozo

viernes, 4 de julio de 2008

LA FIESTA DE SAN JUAN

En este artículo hablare sobre la fiesta mas grande que se celebra en toda la selva, la fiesta de san Juan, para ser mas especifico en cada lugar de nuestra amazonia celebran con características propias , en esta oportunidad hablaré de tingo maría “ciudad de la bella durmiente” ,toda esta algarabía se da a partir del 16 de junio donde empiezan todos los preparativos, desde concursos de reinado, carreras de motos, concurso de platos típicos etc., a partir de el 22 de junio ya se ven danzas folklóricas del lugar ,sintiendo el calor de su gente al interpretar a los personajes en la danza con cantos ,movimientos, desplazamientos, y coqueterías que caracterizan a los lugareños de “tingo maría”,la gente en los mercados ya ofrecen mercaderías para elaborar platos exquisitos como los juanes tacacho con cecina ,etc., el día 23 es la gran celebración esperada por todos los lugareños, “la fiesta de las fogatas “ o ”fiesta de los tullumayos” como lo llaman ,es una atracción turística muy esperada por los grupos de danzas, que se preparan con meses de anticipación para poder mostrar en esa fecha lo lindo y hermoso de su cultura. El día 23 se inicia con la preparación y búsqueda de los troncos que luego serán plantados en orillas de la playa tingo, en donde autoridades del municipio ayudan a la organización, una vez plantados esos troncos inmensos lo amarran con alambres fuertes, y rosean kerosene, para luego a horas de las 10.00pm mas o menos serán quemados y por creencia votar las malas vibras que a habido en ese año ,algo particular de tingo maría es que alrededor de las fogatas bailan los grupos de danzas quienes también muestran toda su preparación en los meses previos y el grupo que muestre mas autenticidad en su danza se lleva el trofeo de los tullumayos, para ello cuentan con personas conocedoras como antropólogos ,historiadores, y profesores difusores del folklore amazónico.
Existe una creencia en cuanto a las fogatas, se dice que mientras los lugareños estén bailando alrededor de ella no se debe caer porque si este sucede existirá cosas negativas para el pueblo, todo se tiene que consumir después que los lugareños bailen, la noche es larga y los lugareños después de presencia las fogatas bailan libremente con música tradicional es decir con bombos, tambores y quenas o pifayos, melodías oriundas del lugar.
Al dia siguiente muy temprano se realiza la tradicional y costumbrista pandillada, que consiste en jalar a la gante que se quedo el dia anterior o por las calles a invitarlas a bailar a modo de pasacalle con música oriunda como recalcamos bombos, tambores, quenas, maracas etc.
Por la tarde más o menos a las 1.00pm o 2.00pm cada familia se dirige a orillas de la playa tingo a preparar sus refugios de bungalos elaborados con bambú y hojas de palmeras, para luego almorzar toda la familia junta la comida más tradicional “EL JUANE” toda esta fiesta se celebra una vez al año y es muy esperada por todos no solamente los lugareños sino también por los turistas que pasan unos días inolvidable.

Los Pregones- Cantos opulares


LOS PREGONES – CANTOS POPULARES

Los pregones eran cantos o frases entonadas por los vendedores que ofrecían su producto en la Lima antigua.
Aunque el escritor Ricardo Palma afirma que en las noches también salía el sereno anunciando, mediante un canto, la hora cada sesenta minutos.
También se sabe que había un pregonero que anunciaban los edictos de la alcaldía o las órdenes de las autoridades.
Por la mañana muy temprano se podía apreciar a la lechera cantando lo siguiente:

Leche purita
leche sabrosa
de la barrosa
de la vaquita
¡jazmín y rosa!

Leche purita
de chocolate
bate que bate
pura espumitas.

Bien espesita
leche cocida
en la medida
bien colmadita
¡Leche purita!

De esta manera en cada hora que pasaba iba saliendo un pregonero, había horas en la que se podía encontrar a mas de un pregonero y seguían un recorrido preestablecido por lo que generalmente se sabia donde encontrarlos.

Se podía apreciar a la lechera a las seis de la mañana llegar montadas en mulas.

A las siete se veía a la tisanera que era una mujer vieja, morena y gorda que llevaba en la cabeza una canasta donde guardaba la tisana.
La tisanera se vaaa, tasaaaanaaa
Conieeeve…

A las ocho, el panadero llegaba montado en una mula repartiendo los panes fabricados en las panaderías.

A las nueve, el aguador que era un señor moreno.
Del aguador cuando el burro estaba
cansado, ¡ay! Anda durico, anda, anda, vivo y dirigente.
Métase usted a presidente, sino quiere trabajà.

A las diez, la tamalera con sus ricos tamales de maíz.

A las once, los pescadores con sus pescados fresquesitos.

Pescá y cazón! Niñas, a los boquerones! Qué vivos los traigo hoy!

A las doce, la frutera que era una mujer morena.

A las dos de la tarde, el bizcochero que era un hombre indio o moreno.

A las cinco de la tarde, la mixturera vendía flores con un aroma estupendo.
A las seis, el sereno y el quesero que vendía sus riquísimos quesos.
A las siete la mazamorrera, a las ocho el heladero, a las nueve el viejo sacristán
y el vendedor de dulce.
Helao mantecao! Qué riquillo está!

Por ultimo, el sereno que se paraba en las esquinas apagando los faroles
anunciando que la gente ya se tenia que ir a descansar.

Así fue en una época hermosa que encanto seguramente a nuestros abuelos o a nuestros antepasados pero que lamentablemente se ha ido perdiendo con los años.

Quedara como una vieja tradición que es parte de nuestro rico folklore que debemos rescatar y seguir valorando.





Por Rosa Berru.

EDUCACIÓN Y CULTURA




Hoy en día la educación básica pública da mucho que desear y se ve reflejada en estudiantes que llegan al nivel técnico o superior que demuestran una enorme carencia de conocimientos y preparación para afrontar la realidad.

Muchas son las personas que opinan, critican y plantean recursos, proyectos, políticas y demás para poder mejorar el nivel de nuestra -cada vez más- alicaída educación pública.

Ya es sabido que la cultura juega un rol preponderante en la educación y viceversa pero en la práctica se hace casi nada para que ello mejore y se preserve. Los contenidos y objetivos de la labor educativa están y deben estar condicionados por el contexto sociocultural dentro del que se desenvuelven el educando y el educador, así ambos, constituyen el núcleo de la labor educativa

Hay muchas nuevas perspectivas y metodologías que se deberían aplicar a nuestra tan heterogénea realidad y geografía nacional, pero son muy pocas las aplicadas. Hay tanto por hacer y tan poco que se hace.

Debe diferenciarse una educación local, dentro de la cual se distinga la rural y la urbana. La realidad local, regional, nacional no es homogénea por tanto la educación tampoco debe serlo.

No tiene mucho sentido que, por ejemplo, a educandos nativos de la región amazónica les hagan leer textos con imágenes sobre edificios de 20 pisos, autopistas, grandes centros comerciales, etc. Cuando en su realidad no encuentran nada de eso. Aquellas imágenes pueden usarse como referencia de aquello lejano q algún día podrían conocer, pero se debe incentivar a resaltar lo propio de cada localidad, sus costumbres, sus juegos, su geografía, así y sólo así se podrá fortalecer su identidad local, luego la regional y así se podrá lograr el progreso nacional de manera simultánea.

La educación es un constante aprendizaje tanto por parte del educando como del educador, éste debe plantear cómo y qué debe aprender el educando, y en el cotidiano vivir del educando podrá encontrar aquello que tanto necesita. Cada pueblo de nuestro país posee una riqueza cultural casi inexplorada y los educadores debemos empezar esas exploraciones y enriquecer la educación asertivamente con los elementos interculturales que la misma realidad nos ofrece, como por ejemplo, transformandolos en material didáctico el cual nos permita llegar con mayor fluidez al educando logrando así mejores y mayores aprendizajes significativos en éste.

Somos nosotros, los educadores, los encargados de lograr el cambio en la educación, de nosotros depende desarrollar en nuestros alumnos la integración y la identidad nacional tan heterogénea como valiosa que tiene:

¡NUESTRO QUERIDO PERÚ!




Isabel Atoche Fernández

La Marinera Norteña y su evoluciòn.


La marinera norteña es uno de los géneros danzarios más represantivos de nuestro país y en la actualidad uno de los más difundidos tanto a nivel nacional como internacional.
Esto a generado que nuestra marinera norteña haya evolucionado en muchos aspectos, como la vestimenta, música, coreografía, pasos, mensaje, etc., que son puntos primordiales para la ejecución de de este baile.
En mi opinión es bueno y saludable que manifestaciones culturales de nuestro país evolucionen, es decir sufran pequeños que ayuden a su enriquecimiento al momento de su ejecución; pero lo que si no comparto es que esta evolución implique llegar a distorsionar la danza en los aspectos ya mencionados, sobretodo en el mensaje, que en la esencia de toda manifestación danzaria.

En la actualidad los famosos concursos nacionales de marinera norteña son los que se encargan de difundir este baile, siendo uno de los más antiguos y tradicionales el que se realiza en la ciudad de Trujillo en el coliseo Gran Chimù.
Este convoca a bailarines de todas partes del país , incluso del extranjero, aunque en los últimos años ha disminuido un poco la cantidad de participantes debido a la poca credibilidad de los resultados que se han venido dando en los últimos concursos, pero a pesar de esto creo que los bailarines siguen participando de este y otros concursos por el simple hecho de tener la satisfacción de ingresar a la pista de baile y sentir la adrenalina que invade tu ser con solo escuchar los redobles que dan inicio al baile.

Bueno solo nos queda pedir a quienes difunden este baile tan hermoso como es la marinera norteña, que más halla de mostrar las distintas propuestas coreográficas y danzarias, traten de mantener el mensaje y la tradicionalidad en su estructura, porque esto va a seguir evolucionando y depende de nosotros que se difunda de buena manera para quienes vienen detrás.
Solo queda decir:
¡QUE VIVA LAMARINERA NORTEÑA DELPERÙ!

Generalidades:
La marinera en el norte (departamentos de Lambayeque, La Libertad, Piura y otros) es ágil, airosa, elegante, libre, alegre y espontánea, mostrando durante todo el baile un coloquio amoroso en el cual la dama coquetea con picardía, astucia e inteligencia expresando su afectividad, mientras el varón galantea, acompaña, acecha y conquista a su pareja. Este mensaje se desarrolla durante la ejecución del baile.
En lo referente al vestido típico debemos mencionar que no existen vestidos de marinera, sino más bien las bailarinas que lucen sus atuendos muestran vestidos típicos de su pueblo (Moche, Huanchaco, Monsefú, Catacaos, Mórrope, etc.).
En los varones es muy conocido el típico chalán con su poncho de hilo y su sombrero de paja de ala ancha, pero también, en algunos pueblos del norte se usa el terno de dril blanco de costura simple, característica de la región.

Yo quiero que el mundo vibre,
y al bailar se sienta libre. (bis)

Al compás de mi marinera,
que es la danza de las Américas,
los pañuelos griten al cielo
el mensaje de mi pueblo. (bis)

Yo soy Perú,
sangre Inca y Española.
Yo soy Perú,
y mi estirpe es creadora.

En la sierra, montaña y costa
mi pasado es lleno de gloria,

ENRIQUE LEÒN BENDEZÙ.

miércoles, 16 de abril de 2008

Las Madres Quechua y las Guaguas de América del Sur

28-04-2005
Colaboración José Miguel Torres
Aunque en el último siglo la fuerte inmigración hacia estos países y el advenimiento paulatino de la globalización comunicacional han introducido el uso del vocablo bebé, lo cierto es que la palabra guagua aún permanece tan vigente como en los primeros días de vida de estas naciones. En efecto, profiriendo con suavidad y ternura las palabras “mi guagua”, millones de mujeres nos han arrullado contra sus suaves pechos, regalándonos su leche como elixir mágico, de la vida y del amor magnánimo que nos prodigaron, nos prodigan y nos continuarán prodigando a todos los que tuvimos, tenemos y tendrán el privilegio de ser sus bebés.
Pocos se han detenido a investigar el origen de esta importante palabra maternal, que escuchamos tantas veces en el inicio de nuestras vidas, acariciando nuestros oídos, pronunciada con dulzura por una voz femenina: la de nuestras madres.
La palabra es de origen quechua. Sí señor, y su permanencia en nuestro idioma, es una prueba insoslayable de la influencia materna de la mujer quechua en los albores de nuestras naciones y de nuestras razas mestizas, amalgamas de sangres, genéticas y conquistas.
Este pueblo incaico, cuzqueño, contribuyó sin quererlo con el más grande aporte al nacimiento, al doloroso parto de nuestros pueblos hispanoamericanos. Su contribución forzada fueron las madres, es decir la esencia de todo lo que un ser o un pueblo es y llega a ser.
Como hijos de estos pueblos no podemos olvidar a quienes fueron nuestras primeras madres. Yo no puedo dejar de mirar con ternura y nostalgia a las madres quechua que a menudo vemos cargando en sus espaldas a sus guaguas. Aun están en las calles de Perú, Bolivia o el norte de Chile; en los poblados del altiplano y de la sierra; en el desierto de Atacama; entre las llamas, las alpacas y los guanacos, tejiendo, trabajando, con los “huangos” o trenzas reluciendo en las espaldas como una negra nutria recién salida del agua. Con las almas divagando en las heladas brisas de Macchu Picchu. Con sus miradas taciturnas, que buscan la tierra. Siguiendo con el instinto el crecimiento de las plantas de “papa”, cuyos tubérculos color de luna por siglos han sido y serán el alimento sagrado de sus familias.
Por cierto, también le debemos a este pueblo incaico el descubrimiento de la papa o patata como exquisita e irremplazable fuente de nutrición en la dieta de todo el mundo. ¡Vaya honor! Y ahí usted los ve. Humildes donde los hay, aun sin comprender lo que les pasó. ¿Acaso es posible imaginarse el universo culinario actual sin las patatas fritas, asadas, cocidas, o hechas puré? No. Yo no me lo imagino y no quiero imaginármelo. Y le apuesto a que usted tampoco.
¡Madres quechua, que arrulláis vuestras guaguas y preparáis las patatas como nadie: en el mundo vuestra historia es de dadivosidad y amor, de humildad, entrega y resignación. Hay algo de santidad oculta en vuestras miradas y en vuestro silencio armonioso!
Yo las recuerdo cada vez que escucho música andina del altiplano. La quena me recuerda sus voces al viento en la pampa florida, el charango sus sonrisas entre alegres y tristes en la noche de carnaval norteño y la zampoña su pena profunda que se troca en amor puro cuando arrullan sus guaguas. A veces cierro los ojos y las puedo ver en las largas travesías de la conquista, por la cordillera, por las pampas del desierto de Atacama, arrastradas por los bárbaros de impetuosa sexualidad hispana. En aquellas noches frías de viento y dolor, sus pequeños cuerpos tibios eran disputados con atrocidad por la soldadesca. A veces las miro desde sus brazos. Yo soy el niño que sostienen. Las oigo decir “mi guagua”. Siento la suave piel que rodea el pezón en mi mejilla. Con los ojos muy abiertos, deslumbrado por las constelaciones que acentúan la insularidad de nuestro planeta en el espacio, sigo el brillo de sus lágrimas. Hay dolor en sus miradas, hay un lamento en sus suspiros nostálgicos, de añoranza por sus hogares incas que quedaron huérfanos, a los que nunca volverán. De pronto ronca airada la voz de un bárbaro, que me arranca de sus brazos. Y las escucho decir con un grito de espanto: «¡mi guagua, mi guagua!». Hasta que sus voces se pierden entre los gritos de los captores. La caravana es multitudinaria. Los caballos son pocos. Los pies sangran. Hace mucho frío. El hambre ataca. La ambición es descomunal y se transforma en látigo sobre los indígenas cautivos.
Han pasado siglos. Las caravanas llegaron a las tierras soñadas; muchos se quedaron para siempre en el camino. El cóndor fue el único privilegiado. ¡El cóndor! ¡Si también ellas nos enseñaron su nombre! Le llamaban en quechua el “cúntur”, cuando veían al ave majestuosa extender sus alas color negro azulado de tres metros de envergadura, sobrevolando los cuerpos caídos.
“...Salimos perdiendo...Salimos ganando...Se llevaron el oro y nos dejaron el oro... Se lo llevaron todo y nos dejaron todo... Nos dejaron las palabras”, escribió Pablo Neruda. Permítanme agregarle: y nos dejaron nuestras madres.
En las tierras soñadas se levantaron pueblos que ahora son grandes ciudades y países. “Independientes” entre comillas. Porque nunca lo seremos totalmente, nuestros países son pequeñas parcelas, insertas en el territorio mundial global ocupado por la humanidad. Dependemos de las potencias y de sus economías. Sus mercados y en definitiva su apoyo nos son indispensables para mantener nuestros lentos desarrollos.
Pero hay que estar contentos, y mirar con orgullo la raza creada en este magnífico crisol de sangres y culturas iberoamericano. El íbero aportó su cultura, su idioma y su raza multiétnica. En la petaca de su genética, de su historia y de su cultura traía tartesios, celtas, romanos, griegos, fenicios, cartagineses, godos (germánicos), moros (musulmanes), judíos, gitanos y de cuanto pueblo había pasado por la península: ¡grandioso legado!
Más tarde trajeron a los africanos, y la lenta pero sostenida procreación multirracial continúa produciéndose, porque desde hace más de quinientos años barcos han ido y venido entre Europa y América, llevando y trayendo gente de aquí y de allá.
Durante la última centuria, facilitando todavía más la mescolanza, los aviones en corto tiempo producen el traslado de seres entre los más remotos continentes. El mestizaje ya no necesita de guerras y conquistas, ya no tiene límites, salvo los que nuestros propios prejuicios enfermizos le señalen. Pero por supuesto no vale la pena hacerlo. Las actuales generaciones estamos aquí para asombrarnos y disfrutar de lo creado. A estas alturas del partido, no hay culpables. Nadie está aquí para pagar ni vengar las culpas de generaciones anteriores, perdidas en el tiempo, y cuyo nexo con nosotros mismos, individualmente, en la estricta genética ancestral nunca conoceremos totalmente, por más que algunos enajenados se arroguen en su ignorancia cierta condición improbable de pureza racial, porque tendrían que conocer al dedillo la filiación de todos sus antecesores. Esto es prácticamente imposible si consideramos que tenemos dos padres, cuatro abuelos, ocho bisabuelos, dieciséis tatarabuelos, treinta y dos tatara-tatarabuelos (de los cuales somos “choznos” o cuartos nietos), sesenta y cuatro tatara-tatara-tatarabuelos. En fin, me detengo, porque la progresión al pasado es vertiginosa.
Y eso que hasta aquí solo he retrocedido seis generaciones, (o sea dos elevado a la sexta potencia, como diría un matemático) lo que es igual a sesenta y cuatro aportes genéticos diferentes, ¡sólo en esta generación de antepasados!, parientes que en mi caso nacieron aproximadamente doscientos noventa años antes que yo, alrededor de 1767 –el año en que los jesuitas fueron expulsados de América por la corona española debido a su actitud humanitaria con los indígenas–. No conozco los nombres ni la historia de ninguno de esos sesenta y cuatro parientes. Más atrás, en la séptima generación, hay dos elevado a siete, o sea ciento veintiocho antepasados con aportes diferentes a nuestra genética individual y única. Y suma y sigue.
Los que vivimos el hoy debemos responsabilizarnos por la paz y el respeto hacia nuestros semejantes durante el efímero tiempo que corresponde a nuestra propia generación. Esa es la llave para encontrar la felicidad y armonía entre los seres humanos. Y esto es aplicable a todos los interminables odios y conflictos que asolan a nuestra humanidad en el mundo entero. En algún momento, debe la humanidad comenzar a vivir desde cero, sin rencores ni odios heredados, o jamás encontraremos la paz con nuestros semejantes ni con nosotros mismos. Y lo que es peor, terminaremos cavando la tumba del género humano.
Luego de vivir durante casi nueve años en la madre patria, hace algunos años, ya de vuelta en Chile, me entretuve indagando acerca de mis antepasados, con el propósito de conocer la procedencia exacta de alguno de ellos venido probablemente de España en los siglos precedentes. Ardua tarea que comienza interrogando acerca del pasado a los parientes mayores. Comprobé como apenas somos capaces de nombrar los apellidos materno y paterno de nuestros cuatro abuelos (dos por el padre y dos por la madre) ¿Usted los recuerda? Para hacer este tipo de investigación es preciso tener una idea clara de la historia familiar de cada uno de ellos. Hay que saber donde nacieron, donde se casaron y donde eventualmente fallecieron, para seguir las pistas de su paso milagroso y muchas veces anónimo por la vida. Conociendo esto es posible investigar los archivos civiles y eclesiásticos en un fascinante viaje al pasado, en busca de las raíces y del mestizaje que todos llevamos en nuestra sangre. Yo logré realizar este viaje al pasado solo a través de mi abuela paterna, Edelmira Cid Oliva. Y lo logré gracias a los invaluables archivos de las iglesias católicas que posee la iglesia mormona en Chile y en el mundo.
Mi viaje al pasado me llevó hasta la villa de Nacimiento, en la antigua frontera sur de Chile, en la ribera del río Bío Bío, donde el fuerte Nacimiento era uno de los cuatro fuertes españoles que demarcaban el límite con las tierras araucanas en que independientemente vivía el pueblo mapuche, guerrero y orgulloso por antonomasia, que inspiró a Ercilla su poema épico “La Araucana”, iniciado a su regreso a España en 1563. En estos parajes hermosos nació en 1796 Eusebio Velozo, de quien soy chozno o cuarto nieto, porque Eusebio es uno de mis treinta y dos (dos elevado cinco) tatara-tatarabuelos. ¿Sabe usted de quienes es chozno?
Con toda seguridad ni Eusebio ni su bisnieta Edelmira (mi abuela a quien no conocí) pudieron imaginar que algún día, un descendiente de quinta generación con respecto a Eusebio, escribiría sobre ellos. Pero así ha sido. Es más, yo fui a Nacimiento, para conocer el pueblo y tratar de imaginar como transcurrió la vida de Eusebio en las postrimerías de la colonia, durante la guerra de independencia y en los albores de la república. Me lo imaginé en la villa, entre los soldados, o quizás entre los campesinos mestizos, con facciones mixtas, entre hispanas y mapuche. Nunca conoceré su historia. El y su maravilloso universo individual son solo uno entre treinta y dos. De todos ellos solo conozco los nombres de cuatro. Más atrás, el abismo es insondable, porque no sé nada.
A la vuelta de mi viaje a Nacimiento, empecé a observar más detenidamente a la gente de mi país y de hispanoamérica en general. También observo con interés y admiración aquellas palabras que las diversas etnias indígenas aportaron al acervo lingüistico de la Real Academia Española. Ellas son la prueba irrefutable de su contribución silenciosa, espontánea y generosa al patrimonio cultural hispánico y de la humanidad.
Gracias nahuas por el chocolate (xocoatl), por el aguacate (aguacatl) y por el tomate (tomatl). ¿Se imagina una pizza o un plato de spaghetti a la boloñesa sin salsa de tomate? Gracias taínos y arahuacos, por el maíz (mahís). Gracias quechuas por la patata (papa) el cochayuyo y el cebiche. Gracias mapuches por el hablar poético con que bautizaron la toponimia de mi patria; por la sabiduría simple con que sostienen que «el hombre no es dueño de la Tierra, sino que la Tierra es dueña del hombre» Gracias a tantos por tantas cosas.
Gracias a todos por la linda sonrisa en el rostro de una chica de piel cobriza, mestiza, mulata, por sus ojos hispanos que me miran sobre unos pómulos andinos, haciéndome soñar con su amor moreno, sincero y sublime. Gracias por esos labios, que dicen «te quiero» en castellano. Gracias a mis bisa, tatara, tatara-tatara, tatara-tatara-tatara, y a los incontables tatara, de cuyas existencias anónimas y procedencias ignotas nunca sabré, pero que en su día acudieron a la cita para cumplir con su rol instintivo, quizás escrito en alguna parte del universo; gracias por contribuir con su gota de genética, cada uno con los veintitrés cromosomas necesarios, para que yo pudiera estar aquí, recordándolos, imaginándolos en un tiempo lejano, con gratitud y emoción; como tal vez dentro de algunos siglos otro descendiente en mi línea genealógica directa, me recordará a mi, entre otros tantos dos-elevado-a no sé cuánto, seguramente conociendo mucho más acerca de nosotros y de nuestras historias personales actuales; quizás observándonos en fotografías digitales, comparando los rasgos comunes gracias a los archivos computacionales que ya son una realidad en nuestros días. Para ellos, mis choznos y tantos otros, que puedan en el futuro leer estas líneas, les deseo lo más importante: que ojalá vivan en un mundo de paz, cuidando este divino regalo que es nuestro planeta azul, sin cuya salud y vida multimillonaria, nuestras insignificantes existencias individuales y colectivas como género humano, serían imposibles.